
La apasionante Historia del Endurance

Se ha dicho con frecuencia que Ushuaia es la “puerta de la Antártida”. Es bien cierto hoy cuando enormes cruceros atracan en su puerto, pero también lo fue a lo largo del siglo XX, porque gran parte de las expediciones que revelaron los misterios de la “vecina” cuyo centro es el Polo Sur, pasaron por la ciudad, último lugar civilizado. La historia incluye grandes nombres como los del noruego Amundsen, que llegó al punto desde donde sólo se ve el Norte, el inglés Scott que dejó la vida heroicamente entre los hielos o el norteamericano Byrd, pionero en sobrevolar el continente helado.
No es fácil saber por qué hoy el más atractivo sea el escocés Ernest Shackleton (1874-1922). Quizá sus escritos, plenos de interés literario, o la fama de su personalidad, severa y grata a la vez, lo han convertido en un símbolo de esa época heroica. Sin duda, sus empeños, que no alcanzaron grandes objetivos, merecen el reconocimiento de quien se puede decir que es el único cuya tumba ensalza la zona Antártida, en las Georgias del Sur.
Comandó tres expediciones, la primera de ellas en 1914, la “Expedición Imperial Antártida”, cuya nave, el “Endurance”, ha quedado como un símbolo, pues su nombre sigue presente en aquellas latitudes. No todo fue feliz aunque sí heroico. Alguna vez debió dejar la embarcación y seguir en trineo, consumiendo las pocas provisiones que al final incluyeron a los mismos perros. Se hizo famoso con un aviso pidiendo “hombres para un viaje peligroso”, con frío extremo, peligro constante, regreso no asegurado y otros “atractivos”; tuvo nada menos que quinientos postulantes. Aunque algunos duden de su autenticidad, esas palabras eran un símbolo de cuantos se han esforzado para que el continente blanco sea realmente parte de nuestro mundo conocido.
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